jueves, 13 de septiembre de 2018


Armonizar el  pensamiento económico entre los que siempre han vivido de un sueldo y los que se han generado su propio puesto de trabajo es casi del todo imposible.
-Los que siempre han tenido un sueldo, nunca o casi nunca se plantean de donde se les paga la nomina, ni si el trabajo que ellos realizan vale lo que cobran por el mismo, especialmente si trabajan para el sector público… En la mayoría de los casos, el sentido de la palabra  “productividad” no tiene el más mínimo significado para ellos.
Por otro lado están;
-Los que generan su puesto de trabajo, autónomos y en algunos casos más adelante, si tienen éxito, empresarios. Son muy sensibles al coste de producción y  a todo lo que conlleva aumento del mismo. Este gasto en relación con los ingresos, dará lugar a una productividad  positiva o negativa que marcara la viabilidad o no de la empresa.
Desde estas premisas, el resultado es la imposible armonización de pensamiento entre un asalariado y un empresario. Sin embargo, hasta el más cortito de los economista sabe que sin empresas no hay progreso al igual que sabe que si una empresa no es competitiva, está condenada a la desaparición.
El grueso de nuestros actuales dirigentes políticos  han sido en la mayoría de los casos asalariados, y eso los que han trabajado alguna vez, que muchos ni siquiera eso. Haría falta unos dirigentes con alturas de mira y que buscaran el autentico bienestar de la sociedad española para que se hiciera justicia con aquel que lo arriesga todo en beneficio de la sociedad.