Esta es la situación de un autónomo frutero de Sevilla, similar a de otros muchos. Tenía trabajando en su frutería a parte del titular, a cuatro personas más. A día de hoy solo tiene dos y porque son fijas y no tiene dinero para poder despedirla. Está condenado a cerrar antes que poder despedirlas.
Desde el comienzo de los años noventa, la Administración pública no deja de sacar formulas de control absolutamente innecesarias que se traducen en mas gastos añadidos a la labor empresarial que repercute de manera muy diferente entre la pequeña y la gran empresa, grabando de forma considerable los gastos a las pequeñas empresas, muy al contrario de lo que sucede con las grandes. con el único fin de restar competitividad en beneficio de las multinacionales. Estas últimas no pueden competir con las pequeñas en cuanto a servicio y atención al cliente que ofrecen, con el que nunca podrán competir las multinacionales de sector. De ahí esta ayuda inestimable de la administración pública a las multinacionales con todo este intervencionismo que ahora detallaré. Penalizando así al pequeño con formulas que para nada afectan a los grandes. Y todo esto a pesar que los autónomos-pequeños empresarios son los que mas riqueza aportan a la sociedad. Paso a detallar.
-Vigilancia de la salud de los trabajadores: Anteriormente voluntaria y gratuita. Hoy, obligatoria y la tiene que pagar la empresa y no es lo peor sino que el responsable de esta vigilancia por supuesto, es el frutero.
-Riesgos laborales. Cuando se abre un establecimiento pasa todas las normas de seguridad en ese sentido pero hay que revisarlo anualmente tanto los del local (Aunque se ejerza una actividad carente del mas mínimo riesgo) como los de los trabajadores. No hace falta decir que ante cualquier incumplimiento el responsable (aunque haya pagado el servicio que incluye los cursos de formación de los trabajadores) es el frutero.
-Los planes de higiene, burocracia sin fin, el local puede estar muy limpio, pero si el frutero no ha rellenado el papelito diario, ya sabe a quién sanciona.
-Vigilancia de balanzas, inexistente hasta hace unos años. Una balanza electrónica no presenta deficiencias que el frutero pueda provocar y sin que se refleje en la pantalla de la misma.
-Por último, la que se les viene, La ley de protección de datos, lo único que consiste para el frutero, es pagar a una empresa que lo certifique, imaginen los datos de clientes que puede tener el frutero.
En definitiva el frutero trabaja de todo menos de frutero. Y no es solo la capacidad laboral que le resta llevar toda esta burocracia aparte del gasto adicional (que como supondrán, hay que cargárselo a las papas a los tomates y a las naranjas) lo peor es el sin vivir porque cuando llegan los inspectores que solo inspeccionan a los pequeños, siempre encuentran algo y las multas para nada guardan proporción con el posible daño.
Por último debo decir que para un autónomo –pequeño empresario, el problema cuando tiene que despedir a un trabajador, no es la indemnización, ni siquiera toda la burocracia que se genera alrededor y que encarece notablemente la indemnización inicial. Es el drama humano que sabe que puede ocasionarle al perjudicado que en muchos casos puede llegar a ser un amigo.
Ya por último decir que mientras no se legisle de manera diferente entre la gran y la pequeña empresa (Como ha propuesto en numerosas ocasiones el Banco de España) la microempresa, por indefención, seguirá desapareciendo.