Se ha puesto en práctica un nuevo sistema para marcar la fruta con sistema láser y así eliminar la actual etiqueta de papel que, como dicen los que defienden el nuevo sistema, se puede cambiar de pieza de fruta y engañar al consumidor.
Evidentemente mejorará la garantía del producto de cara al consumo final. Pero… no es tan simple el enfoque que tiene que hacer una sociedad obligada a crear riqueza para luego distribuirla y así conseguir una razonable justicia social.
Antes de seguir desarrollando el tema vamos a dejar claro la situación actual desde un punto, entiendo que, totalmente objetivo, haciéndonos dos preguntas: ¿Hay demanda social en mejorar la trazabilidad de las frutas? Queda claro que para nada. Ni se sabe desde cuando, si la ha habido alguna vez, no hay algún tipo de contaminación por el consumo de fruta fresca. Una vez formulada y contestada la primera pregunta hacemos la segunda: ¿Es necesario encarecer el producto final sin haber demanda social, ni el más remoto peligro sanitario? Queda perfectamente claro que no.
En un país donde no primara el interés de las multinacionales sobre el de las pequeñas empresas, este escrito ya habría terminado. Pero estamos en España el país de Europa con mayor número de normas tanto a la hora de crear una empresa como a la hora de controlarla desde todos los aspectos.
A partir de experiencia anteriores. Veamos lo que posiblemente sucederá: Las empresas productoras con capacidad económica para implantar este sistema de identificar las piezas de frutas, propondrá al partido gobernante la necesidad de una norma para la implantación de este nuevo sistema argumentando “la seguridad alimenticia” naturalmente el gobierno de turno no se hará las dos preguntas que se han hecho con anterioridad en este escrito y mucho menos tendrán en cuenta que esta norma traerá consigo la desaparición de muchas empresas, no tan grande, que no tienen capacidad económica para adaptarse a la futura norma. Pero sobre todo lo que no tendrá en cuenta el gobierno, será el encarecimiento del producto final para el consumidor y así seguir manteniendo una cesta de la compra de las más caras de Europa.