Nuevamente nos vuelven a tomar el pelo con la tan traída y llevada reforma laboral. Encabezando la puesta en escena; nuestro presidente del gobierno (campeón mundial en venta de humo) perfectamente flanqueado por sus dos “ministros de economía y trabajo” es decir los lideres de las centrales sindicales largamente subvencionadas y mantenidas por el primero, representando perfectamente el papel encomendado desde el gobierno Y al otro flanco los especialistas en mirar a otro lado, igualmente subvencionados, los representantes de las organizaciones empresariales CEOE Y CEPYME.
De todos los actores es conocido que las microempresas nada tienen que ver con las multinacionales (estas últimas cada vez se agrupan mas formando grandes oligopolios que funcionan como el mejor de los monopolios).Los beneficios económicos de esas multinacionales (gigantescos en las mayoría de las ocasiones porque el modelo económico así lo posibilita) son muy diferente a los de las microempresas para que estas últimas tengan que adaptar el salario de sus trabajadores al de esas multinacionales. Los legisladores saben perfectamente que los autónomos y microempresarios, llevan años recortando beneficios e incluso soportando perdidas en muchos casos (para colmo de males se les ha cortado el crédito muy al contrario que a las primeras) de ahí el cierre de tantas microempresas.
En cuanto a flexibilidad laboral menos aún nos parecemos a las multinacionales, pues el potencial económico y logístico de estas, les ofrece unas posibilidades inexistentes del todo para las microempresas. Imaginen la cara de por ejemplo el presidente de una multinacional a la hora de despedir a un trabajador (¿tiene cara?)Al que por supuesto no se va a enfrentar personalmente y casi seguro que no lo ha visto en su vida y ahora compárenla con la del pequeño empresario en esa misma situación teniendo que despedir a un trabajador al que le ve la cara todos los días y que seguramente conocerá a cada uno de los miembros de su familia y sabe de mas la situación tan dramática que va a crear.
En definitiva: una reforma laboral que pueda tener un mínimo beneficio económico y social pasa inexcusablemente por la desaparición de los convenios colectivos primero y por legislar de forma diferenciada teniendo en cuenta el distinto tamaño de las empresas segundo. Pero lo más curioso de todo es que con ello se habría llegado a mejorar… algo la justicia social y por supuesto, la igualdad de oportunidades que recoge claramente nuestra constitución.